COMUNICÁNDONOS EN EL CONFLICTO (Comunicación en el Matrimonio)

Por Cynthia Osuna (@somosindivisibles)

“¡Cancelas todo lo que te digo!”, me dijo mi esposo, frustrado por mi forma de interrumpirlo cuando discutíamos algún tema. Yo me quedé en shock. Estaba desesperada al escuchar eso. Pensé: ¿Cómo es posible que, después de veinticuatro años de casados, esté descubriendo esto? ¿Qué ha pasado todos estos años? ¿Siempre he sido así? ¿Y ahora cómo voy a cambiar este mal hábito de comunicación?

¿Te ha pasado algo similar? ¡No te preocupes! A todos nos puede suceder. Pero hoy vamos a aprender cómo pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia.

¿Te ha pasado algo similar? ¡No te preocupes! A todos nos puede suceder. Pero hoy vamos a aprender cómo pequeños cambios pueden hacer una gran diferencia.

Desde que nos conocimos mi esposo y yo, nos ha encantado platicar. De hecho, creo que es una de nuestras fortalezas: siempre hemos mantenido una comunicación constante, abierta y sincera. El problema no aparece cuando estamos contentos y de acuerdo. La mayoría de nuestras dificultades en la comunicación surgen cuando estamos en desacuerdo… y queremos ganar un argumento.

Imagínate: todos los días, como esposos, naturalmente enfrentamos diferencias que —aunque no siempre— tienen el potencial de provocar conflictos. Cuando estás recién casado, muchas veces le tenemos tanto miedo al conflicto, que hacemos todo lo posible por evitarlo. Somos cuidadosos con lo que decimos y, sobre todo, con cómo lo decimos.

Pero, ¿qué sucede con el paso de los meses? La confianza crece… y con ella, empezamos a permitirnos ciertas actitudes y hábitos de comunicación que, sin darnos cuenta, pueden convertir un desacuerdo pequeño en una pelea intensa. Poco a poco, vamos adoptando malos hábitos relacionales que, en casos más extremos, pueden llegar incluso a apagar por completo la comunicación asertiva. 

Y ya te imaginarás lo peligroso que eso puede ser para un matrimonio, especialmente cuando la comunicación es una de las claves más importantes para que funcione. Por eso, este tema me parece tan crucial. Juntos encontremos la raíz del problema y aprendamos de la misma manera cómo solucionarlo y mejorar en nuestra comunicación.

El problema más elemental de la comunicación ante las diferencias es la actitud con la que las enfrentamos. Tu actitud es tu respuesta controlada ante una situación o persona fuera de tu control. Hay seis actitudes que matan la comunicación matrimonial:

  1. Aislamiento. Cuando privo a mi pareja de lo que ocurre en mi interior, o no muestro interés por lo que está ocurriendo en el corazón de mi pareja.

  2. Orgullo. Cuando la ofensa no me permite hablar, o cuando aplico el silencio para castigar a mi pareja.

  3. Temor. Nos impide comunicarnos por miedo a cómo pueda reaccionar su pareja si lo hace.

  4. Rudeza. Pone al receptor a la defensiva y deja de recibir el mensaje que queremos transmitirle.

  5. Agresividad pasiva.  Usar indirectas hirientes para tratar de comunicar algo.  

  6. Defensiva. Tomar todo como un ataque personal, en vez de una oportunidad para crecer en pareja.

¿Cómo mejorar nuestra comunicación al resolver conflictos?

Uno de los cambios más poderosos que podemos hacer en nuestro matrimonio es ajustar nuestras actitudes. Y aunque suene obvio, muchas veces no somos conscientes de cuántas veces reaccionamos desde la defensa, el enojo o la terquedad. Desde la teoría sistémica, entendemos que la relación es un sistema en constante interacción, y que pequeños ajustes en uno de los miembros pueden generar grandes transformaciones en la dinámica. Por eso, es clave detectar nuestras actitudes negativas y transformarlas en posturas más sanas, respetuosas y propositivas.

Una parte fundamental de este cambio es crear una cultura de comunicación donde ambos seamos escuchados. Esto fue lo que aprendí cuando mi esposo me hizo ver que, cada vez que él intentaba darme su punto de vista, yo lo interrumpía a la mitad de la frase con mi propia idea, porque estaba más enfocada en lo que quería decir que en escuchar de verdad. Escuchar de verdad implica no solo oír, sino prestar atención con empatía, sin interrumpir, sin querer imponer nuestra razón. Y eso no es fácil, especialmente cuando estamos en desacuerdo. Pero cuando escuchamos desde el amor —recordando que estamos hablando con nuestra pareja, no con un oponente— se abre un espacio para el entendimiento.

Escuchar también requiere paciencia. No se trata de esperar tu turno para hablar, sino de darle al otro la oportunidad de expresar todo lo que necesita. Y sí, a veces implica tragar tu impulso de interrumpir y esperar hasta que termine. Además, escuchar con humildad nos permite considerar que tal vez no tenemos toda la razón, y que la mirada del otro también es válida. Es un acto de respeto.

Ahora, responder también tiene su arte. No se trata de reaccionar desde la herida, sino de hablar desde la calma, con claridad y respeto. Cuando respondemos desde la empatía, bajamos la tensión y abrimos el diálogo. La forma en la que decimos las cosas importa tanto como lo que decimos.

También necesitamos aprender a hablar con preparación. Eso implica revisar nuestro corazón antes de hablar, quitarle al mensaje cualquier carga de rencor, reproche o juicio. Es importante escoger el momento y lugar adecuados, pensar en las palabras que vamos a usar, y enfocarnos no solo en señalar problemas, sino en proponer soluciones.

Y claro, hablar con amor no significa evitar los temas difíciles, sino afrontarlos con honestidad y responsabilidad emocional. La sinceridad es esencial para un matrimonio sano, pero debe ir acompañada de respeto. Hablar con respeto es cuidar el vínculo, incluso cuando decimos cosas incómodas.

Por eso es tan necesario dedicar un tiempo diario o semanal para comunicarse a profundidad. No me refiero a hablar de lo operativo —las cuentas, las tareas del hogar o la agenda de los hijos— sino a crear un espacio para expresar emociones, pensamientos y necesidades. Un espacio donde ambos puedan sentirse vistos, validados y conectados.

La forma en la que nos comunicamos define mucho de lo que vivimos como pareja. No se trata de técnicas frías, sino de cultivar una nueva manera de relacionarnos. La comunicación consciente, amorosa y madura puede ser la diferencia entre sobrevivir y realmente disfrutar el matrimonio.

¡Planeen una cita de comunicación a profundidad esta semana!

  • Establezcan juntos un día, una hora y un lugar donde puedan tener una conservación profunda sin interrupciones.

  • Preparen su mejor actitud y su mayor madurez para escuchar sin interrumpir.

  • Dispongan su corazón para abrirse al otro con respuestas honestas y sin atacar.

  • Para cada unas de las preguntas, empieza el esposo haciendo la pregunta a la esposa y escuchando atentamente su respuesta, al terminar la esposa le hace la misma pregunta al esposo.

  • Pueden hacer hasta 2 preguntas adicionales a cada pregunta para conocer más detalles sobre su respuesta.

Ya para finalizar quiero invitarte  a que junto con tu cónyuge evalúen qué tipo de comunicación tienen como pareja  ¿Madura o inmadura? Aquí encontrarás algunas preguntas https://www.instagram.com/p/DKxTUrhznUf/?img_index=1 . que les ayudarán a hacer esta evaluación. 

Al inicio te conté cómo, después de veinticuatro años de matrimonio, mi esposo y yo seguimos haciendo ajustes en nuestra relación. En esa ocasión, trabajamos en nuestra manera de comunicarnos, pero la verdad es que siempre estamos buscando crecer en diferentes áreas de nuestro matrimonio. El peor error que podemos cometer es conformarnos y quedarnos igual, porque siempre hay espacio para mejorar. Así que no te desesperes, ten paciencia y sigue adelante. ¡La mejor versión de tu relación de pareja está por llegar!



Cynthia Osuna

@SomosIndivisibles
Licenciada en Psicología con un fuerte interés en la Terapia Sistémica. Consejera familiar y matrimonial con más de 15 años de experiencia acompañando a parejas y familias en procesos de restauración y crecimiento. Es coautora de los libros: Indivisibles, Guía de Noviazgo Alternativo y Prematrimonial Indivisibles.

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